El oftalmólogo es quien puede diagnosticar el ojo seco durante un exámen ocular.
Para una correcta lubricación y protección de la superficie ocular los ojos necesitan estar humedecidos por las lágrimas. La glándula lagrimal, situada en la parte lateral del párpado superior, produce la lágrima que se dispersa uniformemente por la superficie ocular tras cada parpadeo y mantiene el ojo con la suficiente humedad.
La película lagrimal está formada por 3 capas. La capa lipídica, constituye la parte exterior del revestimiento lagrimal. Su principal objetivo es suavizar la superficie y reducir la evaporación de las lágrimas. Es producida por las glándulas de Meibomio ubicadas en los bordes de los párpados.
La capa acuosa, intermedia, conforma el 80% de la lágrima y es producida por la glándula lagrimal. Esta capa enjuaga el ojo y lo limpia de partículas extrañas o agentes irritantes.
La capa más interna es la mucosa producida por las células caliciformes ubicadas en la conjuntiva. Esta capa permite a la lágrima acuosa tener una expansión uniforme y adherirse sobre la superficie del ojo.
Además las lágrimas transportan agentes inmunológicos y bactericidas que protegen al ojo de las infecciones.
En condiciones normales el ojo es humectado y lubricado con lágrimas mediante un equilibrio constante entre la producción y la eliminación de las lágrimas hacia la vía de drenaje lagrimal.
La producción de lágrimas también esta presente, en forma exagerada cuando nos emocionamos, cuando un agente irritante toma contacto con los ojos o en algunas ocasiones cuando los ojos se secan en exceso, desbordando o saturando el sistema de drenaje lagrimal.
El oftalmólogo es quien puede diagnosticar el ojo seco durante un exámen ocular.
Existen pruebas sencillas de consultorio para poder determinar la producción lagrimal, la adherencia de la película lagrimal al globo ocular y determinar si existe algún tipo de lesión corneal.
Suplemento con lágrimas artificiales: Se trata de gotas análogas a las lágrimas naturales que actúan mediante la lubricación y humectación de la córnea y pueden ser utilizadas tan a menudo como sean necesarias. Además se pueden utilizar geles para uso nocturno.
El lagrimeo o epífora (ojo lloroso) se origina como consecuencia de la obstrucción del sistema de canales de drenaje lagrimal. Dicha obstrucción puede encontrarse a distintos niveles del sistema: puntos lagrimales, canalículos y conducto lacrimonasal.
La lágrima queda detenida en la superficie ocular y desborda por encima del borde del párpado y hacia la mejilla, provocando así el lagrimeo.
La lágrima retenida se contamina y es causante de infecciones e irritación de la superficie ocular. Es por ello que los pacientes que deben someterse a una cirugía intraocular deben primero resolver la epífora.
El oftalmólogo mediante un sondaje e irrigación de la vía lagrimal, realizado en consultorio, puede determinar la altura y la localización de la obstrucción.
En algunas ocasiones se requerirá de un estudio radiológico llamado dacriocistografía que permite mediante un líquido de contraste ubicar con exactitud la altura de la obstrucción.
Diferentes técnicas quirúrgicas podrán optarse para resolver la obstrucción dependiendo, nuevamente, de la altura de la misma.
Se trata de una microcirugía bajo anestesia local en la que se realiza una dilatación de la vía lagrimal e intubación de la misma, mediante la colocación de un pequeño tubo de silicona que queda alojado dentro de la vía lagrimal por un tiempo determinado para luego ser retirado en consultorio una vez que la vía se ha conformado apropiadamente.
DCR o dacriocistorrinostomía. Esta intervención produce una nueva vía o by-pass de la vía lagrimal, creando una nueva comunicación entre el globo ocular y a la nariz. Dicha cirugía se practica bajo anestesia local más sedación o bien anestesia general dependiendo de cada caso en particular.