Degeneración macular, también llamada como maculopatía trata la deformación de la mácula que es la parte central y más sensible de la retina.
La mácula es la parte central y más sensible de la retina. La utilizamos para la visión central (leer, conducir, escribir o mirar los rasgos de una persona) y nos brinda la mayor agudeza y precisión visual. En ella se encuentran las células encargadas de la visión de los colores y de la visión diurna. El síntoma principal de la enfermedad macular es la afectación de la visión central. En muchos casos, nuestros pacientes nos consultan porque sienten dificultad o molestia en la visión central o por ver deformado. La distorsión, deformidad u ondulación en el tamaño de las imágenes o en la visión de los colores, son síntomas característicos en la patología de la mácula. Las enfermedades que afectan esta zona de la retina se denominan maculopatías. Una de las alteraciones maculares más conocidas por su alta incidencia en personas de más de 55 años de edad, es la Degeneración Macular Asociada con la Edad (DMRE). Existe una afectación similar, en las personas con miopía elevada, que puede aparecer en cualquier edad, aún en los jóvenes.
La DMRE es una patología ocular de origen aún desconocido que afecta la mácula generando una pérdida de la visión central y de la agudeza visual. En el inicio de ésta enfermedad el proceso de deterioro de la agudeza visual rápida. Sin llegar a la ceguera total, los pacientes pueden quedar con una visión muy disminuida, sin poder leer, manejar o ver televisión. Esta enfermedad comienza con la aparición de pequeñas lesiones de forma circular llamados “drusen”. Estos puntos no suelen producir perdida de visión, pero suelen ser el primer signo de la enfermedad. Cuando la DM avanza, la mácula va perdiendo su morfología habitual y comienzan las alteraciones en la visión.
A partir de su etapa inicial (“drusen”) la enfermedad toma dos caminos: • El 80% evoluciona hacia una forma de maculopatía “atrófica” (seca) de lenta evolución y de muy escasos síntomas, salvo la paulatina disminución visual. Aunque no hay tratamiento probado para este tipo de maculopatía, hay una serie de ayudas ópticas y tratamientos de visión subnormal que ayudan a los pacientes a desarrollar sus actividades de la mejor manera posible. • El 20% restante evoluciona hacia la forma “exudativa”(húmeda) donde se forman nuevos vasos por detrás de la mácula, que deforman anatómicamente la retina y derraman sangre y fluidos. En la etapa terminal se forma una cicatriz que obstruye la visión central, formando una manca central llamada escotoma. La enfermedad es bilateral en el 40% de los casos, afectando a ambos ojos pero no en forma simultánea.
En la primera etapa de la enfermedad, el paciente puede notar que su visión se distorsiona. Una forma fácil y efectiva de comprobar si hay algún cambio en la visión es realizando el Test de Amsler. Su médico le realizará un examen de fondo de ojo y así tendrá un diagnóstico preliminar. Además, puede ordenar estudios adicionales para evaluar correctamente el grado de las lesiones y su estado clínico-evolutivo. Estos incluyen la Angiografía Digital (RFG) y la Tomografía de Coherencia Óptica Macular (OCT).
La Angiografía Digital (RFG) se hace mediante la inyección en la vena del brazo de una sustancia de contraste (fluoresceína) que pone en evidencia los vasos de la retina (previa dilatación, pupilar), mostrando si la circulación es suficiente, y si no hay áreas atróficas o membranas que afecten la mácula. Dado que la fluoresceína tiene un color naranja es normal que, después del examen el paciente presente un color amarillento que será eliminado luego por la orina. La Tomografía de Coherencia Óptica (OCT) es un estudio no invasivo de última generación, donde se dilata la pupila y se evalúan estructuras de la retina, entre ellas la mácula en gran detalle.
Es importante recordar que en la etapa inicial de la enfermedad (”drusen”) el paciente no presenta síntomas. Por esto es crucial realizar el control con su oftalmólogo para que él revise su retina. Cuanto antes se diagnostique y trate la enfermedad, mayor será la posibilidad de recuperación. El cuadro es irreversible, la retina dañada o atrófica no se recupera, y todos los tratamientos están dirigidos a prevenir o detener la evolución de la maculopatía. Sin embargo el advenimiento de los antiangiogénicos ha demostrado excelentes resultados en la maculopatía “exudativa” por el momento. Los Antiangiogénicos son fragmentos de anticuerpos que evitan que su visión empeore (incluso pueden mejorarla levemente) e impiden el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos enfermos que contribuyen al avance de la enfermedad. Estas drogas se inyectan al avance de la enfermedad. Estas drogas se inyectan en el humor vítreo (líquido que llena las ¾ partes posteriores del ojo, por delante de la retina) y permanecen allí durante 35-45 días “secando” la exudación y evitando la formación de nuevos vasos en la mácula.
El día previo a la administración de la droga, su oftalmólogo le indicará colirios con antibiótico y antiinflamatorio 3 veces por día desde que se levanta, únicamente en el ojo indicado. La administración es a través de una inyección en su ojo, sobre la parte blanca del mismo (esclera). Luego de la inyección es normal que el ojo se ponga rojo; desaparecerá en unos días. Se le indicará el tratamiento con antiinflamatorio y antibiótico durante 3 a 4 semanas. A los 30 días evaluará el efecto de la droga sobre la mácula, determinando la necesidad de realizar una nueva aplicación. Por lo general se indica una aplicación cada 35-45 días, requiriendo entre 3 a 6 aplicaciones. Aún así la evaluación con fondo de ojo mensual determinará lo más acertado para cada caso. Aquellos pacientes que presenten maculopatía “seca” deben controlarse de todas formas ya que la enfermedad puede reactivarse, inclusive después de realizar el tratamiento con antiangiogénicos.
La administración de un antioxidante por vía oral y el uso de anteojos con vidrios filtrantes de la radiación ultravioleta son medidas de eficacia comprobadas por varios estudios científicos. La alimentación rica en carotenoides (especialmente luteína y xantina) muy abundantes en vegetales como la espinaca y la zanahoria, asociada a un estricto control de la tensión arterial, colesterol y dejar de fumar contribuyen a una mejor evolución. Existen actualmente una serie de ayudas ópticas para pacientes con visión reducida como telescopios y lupas. También existen computadoras especiales como cámaras de televisión que permiten al paciente magnificar las imágenes para la lectura. El paciente con DM puede utilizar cualquiera de estos aparatos siempre y cuando lo ayuden a llevar una vida más cómoda. Sin embargo, por lo general su costo es alto. Es recomendable consultar con su oftalmólogo para ser derivado a un centro especializado.